Primeros meses.

Por fin estaba inscrita y por mi mente cruzaban muchos pensamientos porque sabía que esa clase de prueba me había gustado, pero no estaba cien por ciento segura de ser capaz de lograr todos los obstáculos que se me irían presentando. Como era de esperarse al día siguiente de mi primera clase no podía mover ni un dedo, el dolor muscular era tan fuerte que no podía creer a que nivel había trabajado un día anterior ya que ese dolor por más que trate de compararlo con el dolor del gimnasio, natación, tenis, basquetbol (deportes que en su momento practiqué) no podía relacionarlo en lo absoluto.

Los primeros meses, no voy a mentir, fueron los más difíciles. El acostumbrarte a entrenar todos los días es algo de lo más complicado de lograr, adquirir esa disciplina para ir a entrenar sin importar la hora, el cansancio o las ganas cuesta trabajo. Obtener condición, llevar a tu cuerpo a una carga de trabajo alta e intensa es difícil para cualquier principiante, porque esa sensación de no poder respirar o que de un momento a otro vomitarás lo que queda de tus pulmones hace que forzosamente te detengas a tomar un largo respiro. Para acoplar a mi cuerpo a este tipo de entrenamientos empecé por escalar todos, absolutamente todos, los movimientos; por ejemplo cuando había wod con barra yo usaba medballs o ketellbel para hacer el movimiento mucho más sencillo.

Veía a mis compañeros más avanzados entrenar con los ejercicios como debían de ser y por mi mente pasaba “Wow, yo quiero entrenar así algún día” veía a las chicas más fuertes del box wodear, sufrir, dejarlo todo en cada entrenamiento y me motivaba a querer seguir mejorando para lograr mi próximo objetivo… Entrenar con la barra.

Fueron meses complicados, pero conforme paso el tiempo mi cuerpo se fue acostumbrando al dolor y cada vez era menor la falta de aire. Empecé a entender de manera sencilla los movimientos más complicados del deporte, como lo son: el snatch, clean and jerk, over head squats, hand stand push ups, shoulder to over head, entre otros.

Finalmente después de 6 meses me sentía contenta, orgullosa y satisfecha de todos los avances que había logrado, no podía creer si quiera que los problemas que tenía de mi vida personal y todo lo que me tenía agobiada en un principio habían desparecido por completo, y se habían transformado en las ganas inmensas de querer entrenar día tras día para convertirme en la mejor versión de mi.